Tierras de Alicante (Accésit VII Certamen Poético Numen Comunidad Valenciana)

Luis Miguel Rubio Domingo
(Ganador del Accésit)

NACIÓN PIED-NOIR

Niza y Orán. Azur. La Costa Blanca,
barril de Fondillón. El vino sabe
a Gaubert, a Bardin, a Maisonnave,
a Liceo Francés, a puerta franca.

El anís hace sombra al Fernet Branca
desde que Argel se trasladó al enclave.
Cabe el exilio donde el sueño cabe:
un sueño, ni se pierde, ni se arranca.

Tierra para fregar platos y ollas, 
recibiste al pied-noir con el turbante 
que cubre el corazón de las cebollas.

Y fue el Benacantil bruto diamante
donde medrar con sus costumbres criollas
sobre el banco argentado de Alicante.


LA LUNA DE ALICANTE

En el cielo turquí la luna flota
y el naranja horizonte, cual bombilla,
se hace magenta, malva buganvilla
pintando el cuarzo duro del que brota.

Se diría, en la playa, una pelota
de tenis, gigantesca y amarilla
que pasa entre edificios, mientras brilla
y alcanza el perihelio cuando bota.

Los colores del ángelus de arena
se vuelven prisma puro en esta duna
en que el atún confunde a la sirena.

Y allá, donde las boyas de aceituna
esconden la blancor de la azucena,
el mar refleja el rostro de la luna.


RASTROJOS

Las plumas del esparto de Alicante
sirven de brocha al lienzo del verano;
por claro, el cielo azul parece cano,
techumbre de cristal, por lo brillante,
o bóveda de tul, por lo liviano.

Lo humilde es condición de estos rastrojos
donde, esparcido, el lomo del lagarto
duerme la siesta de las dos y cuarto
con tantas motas, que parecen ojos
irisando los juncos del esparto.

Allí se esconde un pino, allá la pita
estalla en un penacho de palmera
que ―pobre sombra sobre pobre era―
como un truco proyecta su varita
mágica, ante una audiencia lisonjera.

Un día encontré que en este exilio
de enhiestos tallos de oro, de arenales,
las crines que blasonan los bancales
habrán dado sus trenzas al idilio
del mar y las sabinas ancestrales.

Será el final de tantas caminatas,
el material del último saludo.
Espero que mi cuerpo esté desnudo
para que me amortajen alpargatas
y escriban mi epitafio en un felpudo.

©Jessica P. Chang (Foto)

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