La palidez del momento
© Joe Lomas (Foto)
De Amadeo Laborda Gil
(Poema ganador del tercer premio Revista Numen)
El autor Amadeo Laborda Gil recitando su poema en la entrega de premios.
© Jessica P. Chang (Foto)
No sé en qué momento
aprendiste a mirar como lo haces.
En qué instante
te dio por abandonar tus pupilas
en mitad de esta ausencia contagiosa.
No recuerdo cuándo fue eso,
o aquello otro de encoger los ojos
bajo la contrariedad del frío.
Las unas y las otras cosas
son mentira.
Incierto todo,
y lo que no es incierto
está compuesto de talco
y en otras ocasiones
se encuentra hecho
de madera de cedro.
Mucho viene a terminar
de la misma manera que comienza
y más tarde resulta todo lo mismo
y después no es nada
y luego es ahora.
Consumidos los intentos,
todos los simulacros,
las carencias todas,
la totalidad innecesaria
de lo rescindible,
tantas lluvias y tantas cosas,
en el sin donde de los cines,
durante ese sindiós de las madrugadas
o poco después
del sin más de tu respuesta.
El color imposible de la luz
durante aquella estación tardía
de las cerezas,
cuando la deserción de los muertos,
de todos los muertos,
de los unos muertos
y los otros muertos.
Yo acudía y me paraba.
Caminaba despacito y me detenía
frente a una pared pintada
como están pintados los rótulos de las peluquerías
o como las puertas del jardín botánico.
Entonces sacaba tu carta de mi bolsillo
y contemplaba las tildes
recostadas sobre las dunas
o esa extraña anatomía de pájaro
con la que asomaba el acento circunflejo
de tu apellido francés.
Se abrazó la niebla a los cristales
para toquetear la mirada inmóvil
de esa muchacha
de la nariz aplastada
contra una sombra confusa.
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