Mi ciudad y Camino hacia mi casa (Accésit del VIII Certamen Poético Numen Comunidad Valenciana)


De Ángel Gas Sala
(Poemas ganadores de Accésit)

El autor Ángel Gas Sala recitando sus poemas en la entrega de premios.
© Jessica P. Chang (Foto)

© Michele Naro (Foto)

Mi ciudad

Lugar de azulejos tumbados en el agua salada, con su faro a lo lejos,
metódicas curvas broceadas de azul y rojo de la explanada,
hay reductos que murmuran en las cuestas empedradas,
tabiques desaliñados con palmeras que cierran los ojos.
La tienda de ultramarinos, perezosa en una esquina,
con la soledad acariciando la caída de los frutos.

Parejas luciéndose en las terrazas, de noche,
sonriendo sobre las mesas numeradas.
Catalejo de la Rambla, chapuzones de los hombres rana
sobre las ramas encendidas de los bares.
Sex shop ataviado de versos con trampa,
con la mirada subiendo hacia Villavieja.

Memoria desconfiada del castillo y su lengua de mil caras,
El Benacantil con sus vagones de amantes clandestinos,
igual que los besos con pocas luces buscando su suerte en otras camas.
Siempre el puerto acostado sobre las agujas que envejecen
a la sombra de un libro de navegantes,
gente de paso, sillas apostilladas esperando el descanso ambulante,
abuelos sin traje y probadores de pintura.

La cortina del sol asea su talante de maletas vacías,
aires que mecen la historia de Alicante, con sus navíos
apuntando hacia el parque de Canalejas.
Balcones colgando de la piedra, parece que habla el tiempo
en las macetas azules y blancas de un paseante.
Ciudad abierta en las puertas encendidas,
costuras de la luz bañándose en las postales.


Camino hacia mi casa

Caminando hacia mi casa se suceden
los actos implícitos de buscarte,
hay aceras negras y portales que se retuercen.
Una lluvia fina empieza a caer en mis brazos,
la húmeda nostalgia que pronuncia tu nombre.

Quiero sellar tu imagen hasta que vuelvas,
mi casa no anda lejos y sí que me importa
que la lluvia siga brindando por nosotros.

Solo necesito que tu voz me llame en los charcos,
que te acerques a las horas inciertas
donde comienza el deseo del alba
en nuestra manera de mirarnos.

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