Poemas premiados XI Certamen Poético de la Comunidad Valenciana

POEMAS PREMIADOS EN EL XI CERTAMEN POÉTICO DE LA COMUNIDAD VALENCIANA GRUPO ARTÍSTICO Y LITERARIO NUMEN 2022

Fotografías: María Dolores López Poveda / Edición: Jessica P. Chang Macedo


Concepción Vacas Reina, ganadora del primer premio "Emilio Victoria". 

LOS ADIOSES

                                                                         ¡Cómo temblaban mis labios

                                                                                a la sombra de mi sueño!

Josefina de la Torre

HOMENAJE A BÉCQUER


Reclamo tu presencia,

tu perfil de mayo y golondrinas.

Cuando ellas regresen y escalen tu balcón 

o se cuajen de rocío las verdes madreselvas,

un amor como el tuyo vendrá a mí.

Desde tu lecho hondo escucharás 

lo que dice mi voz cuando te llamo,

cuando verso y pasión son ya lo mismo,

cuando la tierra y los cielos nos sonríen,

cuando se hace posible creer en Dios.


Fatigados de amarnos, imagino

que el tiempo no podrá matar la dicha.

Aunque se nuble el sol y no haya estrellas,

aunque el mar se hunda bajo el mundo,

mis ojos, al mirarse en los tuyos hondamente,

harán de la vida un orden nuevo.


Cogida de tu mano, bajo los altos olmos,

reiremos como niños. Volverán 

las viejas golondrinas, los sueños que se fueron.

Volverán, aunque nada quede entre nosotros. 


II CONFESIÓN 


No puedo poner fin al sinsentido

de quererte y quererte cada día.

No puedo poner fin, te lo confieso.


Como un ciego obstinado, te he seguido 

por todas las aceras de este mundo.

Qué privilegio oír tu risa clara

musitando en mi oído su ternura;

de tu boca a mi boca, noche a noche,

bebiéndonos la luna entre los labios. 


Pero tu ausencia luego es tan amarga

que no sé qué pensar ni qué deseo.


Quisiera poner fin al sinsentido

de quererte y quererte cada día.


III FIN DE LA FUNCIÓN 


El pulso del reloj ameniza la siesta.

El tiempo junto a ti son horas mutiladas,

minutos extraviados de un mundo que no es nuestro.

En estancias dormidas, entre sábanas,

se oxidan los instantes.

Herrumbrosa la tarde y su declive,

va dejando sus dudas en la huida.

Aguantar un sueño más junto a tu boca,

un te quiero fugaz, varios silencios,

caricias derramadas como seda

y una falsa eternidad a flor de labio.

El pulso del reloj marca la pauta

de ese beso final que cierra la función.

La hora de marchar toca a la puerta.

Oír una vez más "hasta otro día"

es un puñal hundiéndose en el alma.

Al salir de mis brazos, alguien baja el telón.

Me quedo sola; y a solas me pregunto:

"que hago conmigo, amor, qué hago conmigo".


Aarón Carlos Andrés García, ganador del segundo premio "Grupo Numen".

MADRIGAL DE LA HABANA 


Acércame a los barrios de semillas pobres

a mí y al resto de mis brazos

sobre el bosque salado

y puéblalos de maderas dulces,

de la caña mecida que esparce la guajira

y siembra vellocinos en el llano.

Acógeme, estancia, envuelto de palomas

cuando mi casa tiemble,

se yerga de arenales en ciclones extraños,

comparezca de sombras

o construya los días sobre un muro de párpados 

y parezca que huya porque ignore la llave

redonda de los soles

y ya no reconozca sus cimientos

ni los pasos que habita.

Acércame al embate de las sábanas pulcras,

de La Habana más honda que extiende su silueta

de azul claveteada y déjame ver

cómo te asomas una tarde de océano 

a mi sed de palabras y transformas la lluvia

en estrofas o libro de cristales

como un bálsamo roto que pende de las nubes.

Arrabal de mis gozos, muéstrame los ríos,

cómo el cause concilias de un millar de zapatos

y te vuelves la hueste de las suelas de espuma,

ricial de muchedumbres,

de esa savia que encuentra dignas mis arterias

y engulle mi tristeza en las mareas 

como un bronce pesado, anclado de rodillas.

Recostado en tu quilla

quiero sentir mi cuerpo de cuadrícula 

en tu hilera de escorzos, ser el trazo empapado 

del saludo o la brisa que pinte la fachada,

visitar tu contorno de cancelas abiertas

y dejar en tu oído esa voz torneada

que te adora y te ciñe la cintura de ondas

con mano de guitarra.

Quiero ser la apariencia agrietada de púrpuras 

en la piel de los faros,

el zaguán colorado y la mar colorada,

la amistad de los libros nunca más anatemas,

los sombreros ventados, su uniforme de ráfagas 

o el eco de las jaulas que devuelve los pájaros.

Por la calle del centro, mar de galerías 

dirígeme de nuevo al portal que conozco

y esperar en el quicio de la hora de los bártulos

subir cada peldaño de tu falda de ébanos,

cada imán de tus sílabas 

hasta hacerme del lecho o la mano visible 

y ofrecerte los versos que libres se someten 

al quehacer de tus piernas.

Acógeme, mujer, Habana vieja

con el último vaso que sostiene el crepúsculo,

para el último sorbo que exhala la amapola

y entre bellas metáforas viste mi cadáver.

Vacía mi cuaderno, ataúd de mis ojos

para que mi verdad se escriba

con la tinta ligera,

para que nunca mueran

porque caminen juntas las letras y las alas.

Julen Carreño Aguado, ganador del tercer premio "Revista Numen".

LA HUELLA DEL GRAFEMA


                                                                        Los límites de mi lenguaje

                                                                   son los límites de mi mundo.

                                                                                    L. Wittgenstein

(PROEMIO)

                                                                      Darme un punto de apoyo

                                                                                  y moveré el mundo.

                                                                                           Arquímedes 

La mano dominante en la escritura

no es la envuelta en el trazo del grafema

sino esa que asegura el albor del abismo

al frágil paradigma de la mesa.


i.

Las letras envejecen

                                      - se arrugan, se transforman -

como esa piel que son de nuestras voces

formando siempre en busca de pregunta.

Unas frican, diptongan, palatizan

y coagulan las cosas que nombramos

al punto de nombrarlas;

de otras queda la huella del grafema

aspirado, que ya nadie pronuncia.

Después de todo, ¿a quién puede imponerle

si en un tiempo remoto entre los dientes

aún decimos feliz al decir hijo?

También en el amar envejecemos.


ii.


La nieve que no cae,

el suelo que no pisas;

el pulso inconfesado de los labios

abiertos a otros labios en el tiempo

que media entre la luz y su accidente;

la mutación serena de las aves

enmudeciendo inercias

en su posar incauto entre dos cielos;

las edades del mundo en los anillos

que graba silenciosa la madera

y el trazo arrebolado del grafema

que alivia las costuras de Tu Nombre.


Nada está oculto, sino

para ser allanado en su potencia.


iii.


Costumbre de acampar en las palabras

cuyo significado

se desliza en el solo pronunciarlas.

Palabras como escarcha u hojarasca,

que suenan al quebrarse de los pasos

sobre la realidad que los sostiene.

Palabras que preludian los efectos

del acto que las mueve - y las conmueve -,

como le ocurre al beso en su silencio.


(COLOPHON)


Todos los días , aves en el cielo.

La lógica de su vuelo depende

del ángulo y sentido de mi marcha.

Un conjuntor, al alba, mediado ya febrero;

un disyuntor, tan pronto se acumulan

los suspiros del día en la laringe.

Todas las tardes, nubes en el cielo;

despedazadas, quietas, como aves

que volaran muy alto

ajenas al sentido de mi marcha. 


Alexis López Vidal, accésit 1.

ZARZAL DE UMBRÍAS 


Parieron los calendarios una vida

deslavazada y sin propósito,

esa existencia que asumieron

                                    / mis rodillas /

acobardado ante el mundo.

He aquí el arcano en la baraja,

la vieja que se acoda en la barra

y ríe y llora y vacía 

las botellas de alcohol

como si mamara del pecho

               de su madre.


¿Quién sembró en mi

este zarzal de umbrías,

escombrera de ayeres

                                    / malgastados? /

Hay secretos que manan de los estigmas

en las manos de las prostitutas,

al igual que la sangre

y la dignidad se vierten 

en un desaguadero de conciencias.

Ay de los adioses perpetuados

               en las lápidas.


Todos los óleos santos sobre mi frente,

todos los salmos en mi oído,

                                    / toda la ciencia del hombre, /

serán en vano para retirar de mi boca

la muerte del anzuelo y las promesas

bajo la pezuña del silencio.

De poco servirán estos versos,

de nada valdrá sajar el odre

               del arrepentimiento.


A mi alrededor se erigen templos 

de nácar y propaganda,

conmovidos por el hálito tenue

                                    / de los corderos; /

deambulan con torpeza hacia la degollina.

Todo el fango que unce mis tobillos, 

ese limo que corrompe la esperanza, 

sentencia el prado del mañana y pudre 

el diente de leche de nuestros hijos.

               El legado 

de un espantapájaros es un poema

de soledad e incomprensión, 

escrito en versos alejandrinos 

y plagado de encabalgamientos

                                        / y vesania./

La herencia del asfalto es un hambre

de caminos que derivan, 

una sed de huellas que parten 

para encontrarse consigo mismas.

Escriben mi testamento

               las hormigas.

José Antonio Lozano Rodríguez, accésit 2.


POR ESTA CASA...


por esta casa ya pasó la muerte 

alguna vez como los barcos pasan 

cuando acuden las olas a su cita

 y desmoronan la arena con sus dudas


hasta esta casa ya llegó la muerte 

y su rastro ladino de azabache

y su mirada puesta en la memoria 

que elevaba otros cuerpos a las nubes


en esta casa ya habitó la muerte

entonando su canto melodioso 

las sirenas de voces agobiantes 

que rasgaban los cuerpos confiados


de esta casa ya pronunció la muerte

las penas necesarias los lamentos 

el dolor claramente imprescindible

y la carne creciendo en las heridas


con esta casa ya pactó la muerte

el latido sin voz de las paredes

el vértigo voraz de los instintos

el crepúsculo apagado de estrellas


ante esta casa ya emprendió la muerte

su camino sin meta ni retorno 

donde las voces rasgan madrugadas

y solo hablan la jerga del silencio


hasta esta casa ya volvió la muerte

decidida a cruzar cualquier frontera

sorprendida por todas las rutinas

y sus ropas de luz indiferente


para esta casa ya sufrió la muerte

la pérdida de antorcha irreversible

los gritos como huellas de cristales

rotos sobre sinceras amapolas


entre esta casa ya supo la muerte

colocar los ladrillos de la pena 

y levantar los diques del olvido

donde sucumbe siempre la memoria


tras esta casa ya olvido la muerte

el aroma de trajes y zapatos 

que amortajaban todos los latidos

y se bebían el mosto de las uvas


bajo esta casa ya lloró la muerte

la pena blanca en sábanas bordadas

que escribían detrás de los sudarios

sus palabras de hollín y de nostalgia


contra esta casa retornó la muerte

y se callaron todas las sonrisas

y no quedaron cantos en las ramas

ni plumas de calor bajo el tejado


sobre esta casa ya fingió la muerte

puestas de sol y ocres atardeceres

sin saber que la vida es de vigilia

y de sendero errante de los astros


sin esta casa no pudo la muerte

resolver los misterios de la tarde

que se deshace en el sol después en luna 

mientras las cepas siguen con su viaje


desde esta casa ya se fue la muerte

no nos pudo llevar tras su sigilo

nos tuvo que olvidar con nuestros beses 

aunque advirtió volver cualquier instante 

José María Abellán, accésit 3.

VERSOS HILVANADOS


Amaneciendo está el día,

se levanta el tío Juan

junto a la tía María.


Es veinticuatro de junio,

de muchísima alegría.

Los gallos están cantando

porque empieza ya la trilla.


El alba va despuntando 

en forma de corazón 

y la parva está tendida 

para bañarse de sol.


Removerán las espigas,

machacarán el granzón,

y las mulas por las eras

dando vueltas de reloj.


Amaneciendo está el día.

Trabajando el trillador...


Y de los montes bajamos 

hasta la orilla del mar 

para coger una barca 

¡y volver a trabajar!


Cuando hallamos turbulencias 

porque la playa está mal, 

hincamos bien nuestro remo 

y rezamos sin parar...


Pero vamos siempre juntos, 

con un cariño "de veras".

Mi amor, con ojos de cielo,

los andares de gacela,

el pelo color del trigo

y manos suaves de seda.

La cara como la nieve 

¡es ella mi primavera!

Lo que más amo en el mundo,

¡alma mía y vida entera!


Y nos quisimos, de forma 

que el cielo nos vino a dar 

el premio más esperado 

con que se puede soñar:

sobre las tres de la tarde 

el sol se paró a mirar 

la rosa recién nacida 

en un hermoso rosal.


Y siempre fue cultivada

como jardín con amor, 

abonándole la tierra, 

y lo demás... fue de Dios.


Azules claros, sus ojos, 

pregunto: ¿quién los pintó?

Pues hizo mezcla perfecta 

para sacar tal color, 

y después, ya bendecidos, 

en regalo nos dejó.


¡¡Pero se pasa la vida...!!


Los años te hacer perder 

todo aquello que tenias 

y que no puede volver...


Nos queda solo el recuerdo 

¡para vivirlo otra vez!

Américo Fojo Ferretti, accésit 4.

GÉNESIS 


Ramas y nidos desgajados

se aferran a la ribera,

vocación de tierra firme,

          desesperado intento por

desobedecer el camino del mar.


Boscaje errante

atenazado a la orilla,

vida terca, empecinada,

firme en sus raíces,

          creciendo en tallos,

                      aves y mariposas;

recuerdos de otras playas,

          otras lenguas,

                      otros sueños.


Luego flores de nácar,

húmedas de rocíos lejanos,

enredaderas tenaces

buscan el

limo fecundo del delta

y como un milagro,

          nace una isla.


Aguas abajo,

copia el oro del ocaso

una imagen que irisa

el perfil de la costa lejana.

Maternal, la isla acoge el bullicio

de pájaros que buscan refugio

en el verdor profundo,

oscuro perfume de la noche.


Cuando la luna,

orfebre del cielo,

bruñe de plata las formas,

los sonidos se alejan,

la vida se aquieta

          en absoluta paz.


Intuimos sones,,

ecos desconocidos,

          susurros de otra vida 

quizás vivida

          pero perdida

en el fragor de la ciudad.


LAS PALMERAS Y EL FUEGO


Danzan flexibles en playa lejana,

mojadas por sal, teñidas de albores;

gaviotas les dan sus giros mejores,

absortas, en este dulce nirvana.


Verdes columnas, catedral profana,

erguidas en cimbreantes colores,

temporal enfrentan y sus clamores,

tenacidad humilde que amilana


Pero no logran que el fuego se apiade

de su voluntad de velamen claro,

encendiéndose en lenguas de oro y jade


Oscura plegaria de bosque y faro,

en ruego que a la cruel muerte disuade;

la vida volverá del desamparo.

Jesús G. Moreda Gammudí, accésit 5.

ENTRE SOMBRAS


Entre sombras crecientes y proscritas,

recorro los ocasos mendigando

luces para trazar la bisectriz

de mi vida enlosada de renuncias

y adioses y llevar mi barca a un puerto

donde amarrar y descargar mis dudas.

Mis sueños se ha trocado en pesadillas

surcadas por rastrojos y alacranes.

Las ausencias embargan aflicciones

y deslizan las olas naufragadas

sobre la anatomía sin aceras

de la verdad. ¿Qué queda del ayer?

Se han secado las fuentes y los juncos.

Se ha secado el azogue de los faros

y han podado las ramas de la nieve.

Ya no podré dar voz a los rescoldos

que retiene mi pulso intermitente

ni podrán tomar carne las promesas

que hipotecamos cuando fuimos mimbres

a la deriva en cestos de utopías.


Dejo a los ríos discurrir tranquilos

por paisajes roídos por la niebla

y ofrezco mis orillas al latido

difuso de los copos de mi afán.

Bebo a sorbos los besos de otros labios

y robo las caricias de otras manos. 

Las gasas de la lluvia se disfrazan

de yedras y recitan en mi piel

risas de invernadero y tardes lívidas.

La noche avanza a tientas arropando

firmamentos de nácar y alabastro.

He cerrado mis ojos por no ver

cómo los años van abriendo cauces

cada vez más profundos en mi sed

y cómo mi reflejo se entumece

en la mirada esquiva del espejo.

Es duro comprobar cómo se enturbia

el sol y cómo nos amarra el tiempo

a siluetas tullidas e indefensas

que arrastran su declive por escombros.


La muerte habita en nuestra condición 

y nos habla de tú, sin medias tintas, 

sin eufemismos, siempre avizorándonos

y dispuesta a caer sobre su presa.

Conoce nuestros nombres y apellidos

y los itinerarios que nos traza

el destino, se sienta con nosotros

a departir y a hacernos compañía.

Nos da miedo elegir y equivocarnos

y preferimos que nos den medidas

las huellas empapadas de distancia 

y la eternidad hueca del futuro.

La desconfianza nos rodea y teje

urdimbres de amargor que nos asaltan.

Bandadas de bullicios se abalanzan

contra nuestros silencios asustados

y buscamos refugio en el olvido

disuelto en vasos de sabor opaco.

Perdida la ilusión por rebrotar,

ya todo nos parece ajeno y viejo.

           

Comentarios

  1. Este Certamen con muy variados y bellos Poemas 🎵¡Muchas Felicidades a TODOS los participantes!🎶💫🎶

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  2. Fue una bella tarde, llena de grandes poetas,bonitas melodías de piano ,y una gran afluencia de publico

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